PARADIGMAS DE NUESTRO TIEMPO
La persona humana se encuentra en
una encrucijada de valores y de cuestionamientos de índole filosófico, antropológico,
ético, moral y social, definir las nuevas relaciones humanas, con especial
atención al tema de la familia nuclear y extendida, el lograr librarse del
desgaste de establecer cuál sistema económico es apropiado a la realidad del
ser humano en cada espacio productivo, nación o comunidad, y sobre qué establecimiento político es mejor regir a los pueblos: democracia
participativa, representativa, regímenes autoritarios con control absoluto del
Estado, además de temas como control de la natalidad con miras a la mejor
asignación de recursos, se enfrentan constantemente en la escena mundial, se
escucha aún hablar del mundo libre contra el mundo controlado, pero el problema
es aún más profundo.
Los sistemas económicos se han
formado a partir de determinados contextos históricos que dan como resultado por
ejemplo el mercantilismo del siglo XVI impulsado por un Reino de España
colonizador que se implicó en un comercio triangular entre África, América y
Europa apostando por la acumulación de metales preciosos y la sobreprotección
de las economías nacionales; el libre mercado propuesto por Smith entrado el
siglo XVIII, opuesto diametralmente a este mercantilismo que marcó el camino
para un liberalismo económico que hoy día es sustentado por políticas
monetaristas y con base en gobiernos de talante democrático, que son insignia
de la libertad económica y que tienen su
contraparte en las economías de planificación centralizada con gobiernos en su
mayoría de corte autoritario.
Pero el debate en pleno siglo XXI
dista mucho de ser sólo de bloques económicos tipo izquierda y derecha, con
categorías de discusión sobre los medios de producción, asignación de recursos
o libre competencia versus planificación estatal dirigida centralmente para
lograr el desarrollo de los pueblos. Hoy el esquema es más de índole cultural,
donde las instituciones públicas y privadas de las naciones cumplen un papel
importante en la estabilidad y desarrollo económico de las regiones, donde el
subjetivismo del pensamiento austriaco copa la escena en el análisis de las
decisiones que toman los consumidores en el llamado mundo libre, destacando el
rol de la persona humana como central en cualquier crecimiento posible y
bienestar, sumado a políticas intervencionistas neo keynesianas que se solapan
al neoliberalismo y que hacen de alguna manera frente a la revolución neo marxista cultural que ocupa los espacios no solo económicos, sino sociales,
morales, éticos, familiares y personales. La cuestión económica se soporta
incluso sobre nuevas propuestas de orden mundial, a manera de organización
social y perspectivas humanas existenciales.
La discusión se mantiene en algunos
espacios o esferas de influencia, como un tema solamente económico y la verdad
es que cruza transversalmente la misma dignidad humana, las creencias, la fe y
la vida humana, su sexualidad, su familia y su manera inherente de interrelación
personal. Debemos proponer acciones sólidas en el cambio de los paradigmas que
se arrastran desde las propuestas filosóficas Nietzscheanas, el marxismo
cultural y la comprensión de base de quienes somos, porque para comprender los
visos incluso psicológicos de la llamada era posmodernista, es urgente revisar
la antropología de la cual partimos para poder comprender las razones que nos
determinan como personas, como comunidades y como naciones, y en un mundo
globalizado apostar por tradiciones que lejos de ser obsoletas reafirman la
esencia de la naturaleza humana.
Los sistemas económicos son y han
de ser el reflejo de las conductas humanas que a su vez definen el contexto
histórico, el hombre es afectado por la historia e igualmente la define, así la
economía y la jerarquía de valores que rigen a la sociedad productiva, hay que
hacerle frente desde la sana comprensión antropológica del ser, enfrentar desde
una antropología adecuada cada paradigma resultado de fusiones culturales
impulsadas muchas veces por ‘brazos oscuros’ que intentan definir un nuevo
camino para las naciones y la humanidad. Llevar al debate económico temas como
la persona y su dignidad, el matrimonio, la familia, la vida misma, en una
propuesta ética de altura donde la esencia del ser humano sea el norte, es
necesario para enfrentar ideologías y proyectos culturales que se imponen
buscando apropiarse de los recursos económicos y dirigir las políticas del
mundo, y que, con lenguaje de inclusión y falsa tolerancia, generan división,
ganancias solo para ciertas élites y control social de la población.
"En resumen, podemos afirmar desde
una reflexión filosófica y antropológica, que los sistemas económicos han de
considerar el quehacer humano no solo desde la asignación de recursos y los
medios de producción que participan en la generación de riqueza, sino desde la
dignidad del ser, la familia y el proyecto humano que coloque a la vida, el
desarrollo evolutivo del ser, la ética y la moral de los pueblos, como riqueza
fundamental y central en el devenir de los tiempos."
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